Érase una vez una familia que vivía en Nurendtown, un pueblo de lo más normal en un barrio de lo más normal. Ellos eran una familia normal y corriente de escritores desde hacía mucho tiempo, por lo que sus vidas, por lo general, no salían de la monotonía de escribir libros y leérselos, entre otros, a los pequeños que les rodeaban. La familia Handwrite la formaban el papá, la mamá, la pequeña Mia de 10 años y el pequeñísimo Tim, el cual sólo contaba con un añito de edad. Mia y Tim eran las personas más afortunadas del pueblo, ya que eran los primeros en escuchar los fabulosos cuentos que escribían sus padres, aquellos cuentos llenos de aventuras y de malos malosos que tanto gustan a los niños... lo normal, ¡vaya!, y lo que los hacía afortunados es que los libros de sus padres tenían una gran acogida entre los niños de todo el mundo, porque según les decía su papá y su mamá, eran cosas que habían vivido de pequeños...
“¡Tal vez soñando!”, decía una y otra vez Mia a sus padres cuando les escuchaba hablar acerca de las historias de monstruos, secuestros, fantasmas, islas o carreras de barcos, “pero me encantan, me gustaría vivir tus aventuras papá”.
Siempre decía lo mismo, era lo más normal del mundo el oírselo decir, lo único que ocurre con una vida normal como la de los Handwrite, es que en algún momento, deja de ser tan normal para convertirse en una “no tan normal” vida. Una noche, mientras Papá y Mamá iban a una elegante y fabulosa fiesta de gala una lluvia torrencial caía sobre la calle mojada y tintineaba fuertemente sobre los cristales de las habitaciones. Sin embargo, ese tintineo no hacía más que poner música en los sueños de Mia y Tim en sus habitaciones, ya que el constante sonido hacía que durmieran más relajadamente, y, por qué no, soñar con aventuras de piratas en los océanos mas innavegables de los Siete Mares...
Pero en la habitación de Tim sonó un terrible estruendo que hizo que Mia se despertara rápidamente. Pensó que era un trueno, pero no dudó un segundo y salió de la cama a toda velocidad para ir a ver a su hermanito a la habitación contigua, pero lo que vio, dejó anonadada a la pobre Mia: una extraña criatura se cernía sobre la camita del pequeño Tim y se abalanzaba sobre él para cogerlo entre sus manotas grandes. Tras ese monstruo había abierto un libro dorado, con un resplandor que hipnotizaba a Mia, parecia albergar algún misterio que seducía a Mia y la invitaba a seguir mirándolo sin que nada le importará... ¡pero no! ¡tenía que ayudar a Tim porque la criatura ya lo habia cogido y se lo llevabá a través del libro dorado! La certeza de un presentimiento anterior cruzó los pensamientos de Mia como un rayo: fué en ese mismo momento cuando Mia supo que su vida habia dejado de ser normal para convertirse en una historia no-normal de las que escribían sus padres... Sin dudarlo, siguió a la criatura y se abalanzó al libro dorado, entrando en él...
Y así empieza tu aventura....
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